Estoy parada frente a ti, viendo de nuevo el ir y venir de las olas…
Tu inmensidad me cautiva, tu misterio me provoca… Por momentos me surge la necesidad de fundirme contigo. ¿Cuántos misterios escondes?
Aun sabiendo del peligro que tiene, es casi imposible rendirse ante tanta belleza, a tanto misterio, al descubrimiento de algo nuevo, incluso sabiendo que el final puede llegar a ser desastroso y, aun así, las ganas me pueden.
Ante esto, me pregunto, ¿Quién domina?
¿La mente y la razón, o el impulso de los sentimientos?
La razón, me digo. Ella me da seguridad, estabilidad, tiempo, todos los ingredientes para tener o seguir conservándolo todo…
¿TODO? ¿Qué es todo? ¿Entonces por qué vuelves? ¿Por qué después de “disfrutar” todo eso, vuelves a necesitar pararte, a mirar el mar, a esperar a ver qué te traen esas olas?
Me surgen dudas… quizás la unión de las dos cosas sea la respuesta.
Quizás y solo quizás, encuentre la manera de poder fundirme en una ola y tener la esperanza de que me regrese…
Quizás, solo quizás, la diferencia esté entre solo desear, o quererlo de verdad, y entre pasar el tiempo, o VIVIRLO con intensidad.
Hoy seguramente me vaya… el miedo juega un gran papel… pero sé que volveré…
Para cuando regrese:
Dedicado a ti, inmenso mar:
Recuerda que cuando me decida a VIVIR, volveré para fundirme con una ola.
¡Tenemos un baile pendiente juntos!
¡Cuando toque, espérame con tu mejor música!
¡Yo pondré el sentimiento!
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